Domingo XXX del T.O. 29 de octubre

El evangelio de hoy parece tan sencillo como complejo a la vez, ya que puede llevarnos a interpretarlo como lo más básico y como lo más complicado de las palabras de Jesús. Lo más sencillo es resumir todo lo que nos ha pedido al AMOR: amarlo a Él con toda nuestra alma y amar a los que nos rodean como ejemplo VIVO de Dios. Lo más complejo es desvivirnos por los demás, sin mirar dentro de nosotros mismos y nuestras propias limitaciones.

Si teníamos una idea “exigente” de lo que nos pide Dios, aquí deja claro cuál son los cimientos de nuestra fe. De hecho, es lo único que nos puede salvar, puesto que es el verdadero testimonio de un cristiano. Elegir amar a Dios nos puede parecer suficiente para ser “buenas” personas, pero olvidarnos del prójimo es quedarnos a medias, porque el amor de Dios es para compartirlo y comunicarlo. En el otro extremo está el riesgo de pensar que no somos capaces de amar a los demás, o que no sabemos cómo hacerlo, pero nuestras fuerzas se recargan en la presencia del Señor y en su amor. Tenemos la posibilidad de vivir nuestro día a día abiertos a las necesidades que tengan las personas que nos rodean o que forman parte de nuestra rutina. Siempre podemos contar con las fuerzas que nos nutren de su propio amor. Como decía una de las canciones del musical 33: “La única religión, el único camino, el único mandato, la única misión…. Será el AMOR”.

Noelia Bravo Álamo, Segovia