"No sé muy bien como resumir todo lo que viví el día de mi profesión temporal… Tenía muchas ganas de que llegase el momento de poder unirme más íntimamente a Jesús; deseaba vivir la celebración atenta a cada detalle, sin perderme ningún guiño que el Señor me regalaba.
Lo que me brota en el corazón es un profundo agradecimiento; lo primero a Dios por elegirme, por desear que forme parte de los trabajadores de su mies, por la infinita misericordia que ha tenido y tiene cada día conmigo, que por encima de mi debilidad y mi pequeñez, me llama a dejarlo todo todo todo para seguirle solo a Él. Se ha empeñado en mí y no ha parado de decírmelo, me ha llevado de la mano para poder entregarme y cumplir Su voluntad… También me siento muy agradecida a mis hermanas, familia y amigos, a todos los que me han ayudado a decir de nuevo “SI” al Señor, porque sin duda es fruto de otros muchos “síes” anteriores… La Virgen María fue la primera que sin demora, se abandonó por completo al plan de Dios para su vida y ahora nos ayuda cada día para hacer lo mismo; pues es haciendo Su plan donde está nuestra felicidad… También ella me ha acompañado, me ha sostenido junto con la oración y cercanía de tanta gente que ha estado presente en un día tan especial. ¡Gracias Señor por tanto bien! ¡Me siento nacida para evangelizar!" Hna Clara.
A una semana de haber profesado, con el corazón desbordado de alegría y agradecimiento sólo puedo decir, como el salmista: "¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? ¡Cumpliré mis votos al Señor!"... Consciente de que en realidad es Él quien lo realiza en mí, que es un don inmenso que Dios me regala... Para decir con mi vida al mundo: “¡Soy de Cristo, me entrego del todo!”. Abrazando como Él, en pobreza, la voluntad del Padre. Descubriéndole como único bien, deseando poner toda mi confianza solo en Él. Aprendiendo a amar en castidad: en Él y desde Él a todos, pues pertenezco entera a Él. Para hacer de mi vida un Sí a Aquel que hace realidad todos los sueños, en una obediencia que me haga disponible para seguirle por dónde Él quiera. El día de la profesión, expresamos ante la Iglesia nuestro deseo e ilusión por seguir e imitar a Jesús hasta alcanzar la caridad perfecta, pero sabiendo que solas no podemos, que necesitamos la compañía de las hermanas y la misericordia de Dios que nos sostiene, nos redirecciona… nos levanta cuando caemos. Rezad por nosotras para que seamos fieles a este don recibido, que con María y unidas a Ella podamos hacer de nuestras vidas un sí, cada día y con la mirada puesta en Ella, repitamos incesantemente "he aquí la esclava del Señor, hágase en mí"... Hna. Agostina.
¡Gustad y ved qué bueno es el Señor!”. Con estas palabras resumo el día de mi profesión, ¡cuánto bien recibido de Dios! Mucha gente me dice que “qué valiente”, “qué jovencita”, que qué bien he elegido… ¡Pero no es verdad! Yo no tengo mérito alguno, todo lo ha hecho el Señor. Yo sólo he abierto las manos para recibir de Él, que no ha dejado de llenarlas. Cuánto bien, cuánta gracia… El Señor del cielo y de la tierra ha querido convertirme en su esposa. ¡En su esposa! ¡Parece increíble! Pero, ciertamente, el nombre de Dios es Misericordia, y por eso estoy aquí hoy… De mí sólo puede brotar el agradecimiento: “Gracias, mi Señor, por tanto bien”. Hna. Raquel.
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