Volvemos a recordar, un año más, la suave brisa que inunda nuestro corazón cuando el Espíritu Santo mora en nosotros.
Recordamos uno de los grandes regalos que el Señor nos dejó tras ascender al Cielo: Su espíritu, Su paz, Su fuerza y Sus dones. Y es que, el gran olvidado, el Espíritu Santo, es el que nos da la fuerza para seguir, para salir al mundo y proclamar la Buena Noticia, como hicieron los apóstoles, aquellos hombres que un día como hoy, hace más de 2000 años, recibieron este regalazo.
Por eso, un día como hoy es un día para agradecer. Para agredecer al Señor Su victoria sobre la muerte. Para agradecer a Jesús que baje cada día a la Eucaristía y así, Le podamos recibir. Para agradecer los dones y los regalos que nos transmite. Para agradecer el gran Amor que, en medio de este mundo en guerra, nos brida el que es El Amor de los amores.
Gracias Padre, gracias Jesús, gracias Espíritu Santo, por ser tres y ser Uno al mismo tiempo. Por venir a la Tierra a salvarnos, y sobre todo, por llenar nuestras almas de Vuestra Paz y Amor.
Pilar Viñuales, Madrid
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