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  • Foto del escritorEsclavas Carmelitas

Octava jornada

Octava jornada. Desde Jerusalén a Belén


Nos ponemos en presencia de los Peregrinos sagrados, José y María, que lleva en su seno a Jesús, y después de un momento de silencio, hacemos la siguiente oración:

Jesús, Verbo encarnado en las entrañas de María Santísima; el amor que me tienes te hizo bajar del cielo a la tierra hasta ponerte en un establo. ¡Cuánto siento haberte cerrado en la cara las puertas de mi corazón! Cada vez que he sido sordo a tus llamadas, cada vez que olvido que viniste a buscarme como a la oveja perdida con tanto trabajo para llevarme a tu gloria. Rompe los cerrojos de mi ingrato corazón. Si buscas pesebre donde reclinar la cabeza, pesebre es mi corazón; consume con el fuego de tu amor hasta las pajas de las imperfecciones, aparta de mí las bestias de mis culpas. Y ya que vienes a buscar a los pecadores, y yo soy el mayor de todos, confío en tu misericordia que me perdonará y confío en que me darás gracia para poder servirte y amarte hasta el final de mi vida. Amén.


Consideración para el día octavo.

Contempla la octava jornada en la que llegan por fin a Belén. Allí esperaba José encontrar posada con más facilidad por tener allí parientes y conocidos, pero, al llegar, en todas las casas es rechazado. Entonces, atribulado, busca en mesones y posadas, pero le despiden con palabras ásperas y desabridas. Qué lágrimas derramarían sus ojos, y más entrando en la noche, y más temiendo que llegara el momento del parto. ¿Qué haces alma mía, que no se abren de dolor las puertas de tu corazón, para dar posada a la Santísima Virgen María y al Niño Dios? Procura salirles al encuentro y llevar al divino Niño a tu alma, recibiéndole sacramentado este día, para que al fin de tu jornada te abra las puertas de su Gloria.


Ave María.


Oración a María

Oh desconsolada y afligida Madre de Dios, que habiendo llegado a la ciudad de Belén no hallaste donde reclinar la cabeza; con la mayor reverencia que puedo y debo, adoro al Eterno Verbo encarnado en tus entrañas, me perdones las veces que con mi voluntaria sordera he dado a tu Santísimo Hijo con las puertas en la cara, por tener mi corazón hecho pesebre de animales. Alcánzame de tu divino Niño abra las puertas de mi alma para recibirle, y una contrición perfecta de mis culpas para cantar con los ángeles. Amén.


Oración a José

José, sustento y apoyo de María, que llegando a Belén hallaste frustradas tus esperanzas entre tus familiares, y hecho mendigo de puerta en puerta te viste desamparado de todos sus vecinos y moradores, no hallando en los mesones y ventas ni el lugar más humilde y despreciable para descanso de María; yo te suplico por esta tan grande aflicción que padeciste sin tener donde volver los ojos, me alcances del divino Niño gracia para celebrar su santo Nacimiento en el pesebre humilde de mi corazón. Amén.


Finalmente ofrecemos nuestro corazón como posada repitiendo: Jesús, José, María, os ofrezco por posada mi alma y mi corazón. En este día, obsequia al Niño Jesús con tu participación en la Misa del Gallo, pidiendo perdón por los que en esta noche le ofenden, abriendo tu corazón para recibirle como el verdadero Rey del Cielo.




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