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  • Foto del escritorEsclavas Carmelitas

San José y el seminario

Mi amigo Felipe (seminarista de la diócesis de Cuenca) va a ser instituido lector en un rato. Después de tanto tiempo, nos encanta ver cómo va dando pasos en esto de ser cura. Ya hace tiempo que le encomendaba a san José su vocación, pero a partir de ahora lo haré mucho más.


¿Por qué San José es un buen intercesor y patrón para mi amigo Felipe y para los seminaristas del mundo entero?


Porque San José fue un hombre magnífico, un padre y un esposo extraordinario. Y quiero que Felipe sea así, atento a los hijos que Dios le dé, entregado en perfecto don de sí a la que será su única esposa, la Iglesia. Un hombre fuerte y valiente, en el que la gente pueda apoyarse cuando sufre, a quien llamas cuando se está muriendo alguien de tu familia, la persona a la que le confiarías tus secretos, debilidades y pecados, que mantiene la esperanza contra toda esperanza.


Siempre pienso que a la misión permanente de la Iglesia de transmitir el Evangelio, se añade ahora la de mostrar un modo de vida que nos haga, de alguna forma, atrayentes, admirables, que saque al mundo del letargo de la mediocridad, que devuelva a los jóvenes un ideal de vida grande. No por nuestras cualidades humanas, sino por nuestra calidad humana, que no tiene otro origen que la misericordia de Dios, sabernos perdonados una y otra vez, queridos a pesar de todo. Por eso necesitamos encontrar en los santos, los mejores hijos de la Iglesia, el estímulo para ir dando cada día un poco más y un poco mejor el tesoro que llevamos en vasijas de barro.


San José es el espejo en que quiero que se fije mi amigo Felipe. San José es el santo que quiero que le provoque cuando sea sacerdote, cuando tenga que ser padre de hijos que no son suyos, cuando tenga que hacer de la sombra del verdadero Padre.


Y a todos los seminaristas, amigos de todas las diócesis en las que trabajamos (Ávila, Segovia, Madrid, Jaén, Granada y Cádiz), les deseo lo mismo (no pongo los nombres de todos porque son muchos), y los dejo bajo la misma protección de San José.






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