Seguimos recibiendo ecos de nuestra convivencia de familias. Este pequeño testimonio es de Consuelo Marcilla:
"Ir a Cañizares es saber que te vas a encontrar con Dios.
Esta vez ha sido en la figura de Teresa de Lisieux. Yo, en mi ignorancia, pensaba que ella era una “niña ñoña” y me he encontrado con toda una mujer muy fuerte: débil y enferma, pero que supo abandonarse en el Señor y conseguir que su fortaleza fuese precisamente su debilidad.
Una mujer empeñada en ser santa a pesar de todos y de todo; que descubrió que la santidad consiste en hacer crecer en el otro el deseo de ser mejores; que lo importante no es la grandeza de las obras que hagamos, sino el Amor que pongamos en ellas; que la humildad consiste en ser de tal manera que no demos razones para que nos humillen y que Jesús ama a través de cada uno de nosotros."
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