Los pasados días del 23 al 26 de septiembre, tuvimos el Encuentro de Delegados y Responsables de Pastoral Juvenil tanto de las diócesis como de las congregaciones y movimientos de nuestro país, organizado por la Subcomisión Episcopal para la Juventud e Infancia de la Conferencia Episcopal Española en Loyola, cuna de San Ignacio, donde se conmemora el 500 aniversario de su conversión.
Nuestro encuentro comenzó con un retiro de oración, que fue el pistoletazo de salida para unos días de reflexión. Los principales temas trabajados fueron la presentación del “Documento preparatorio” para el nuevo Proyecto Marco de PJ en España; y la “pastoral poscovid”, a partir de una publicación reciente del grupo de “Diálogos sobre Pastoral con Jóvenes”. También hubo tiempo para presentar las iniciativas que están activas en el camino común de la PJ en España hasta llegar incluso a plantearnos ya la JMJ de Lisboa en el 2023.
Lo más bonito del encuentro fue la comunión en la diversidad que se respiraba en el ambiente, con la alegría de que el objetivo fuera el mismo en cada uno: Jesús presente en los corazones de los jóvenes. Fue consolador palpar tan de cerca el cansancio de cada uno por trabajar incansablemente por los jóvenes. Cuando ves que es una tarea tan ardua pero sientes que otros caminan a la par contigo, es alentador, porque te das cuenta de que para evangelizar, verdaderamente hay que dejarse la piel.
Doy infinitas gracias a Dios por el carisma precioso que nos ha regalado de evangelizar, de dar la vida también por los jóvenes, necesitados de que les acerquemos a la fuente de la verdad. Canto con el himno de la conversión de San Ignacio, que al final, tenemos que aspirar a que los jóvenes lleguen al final de la vida con la herida convertida en cicatriz.
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