La prueba de Jesús viene en un momento de debilidad humana; se le invita a demostrar la veracidad de la voz del cielo que se escuchó en el bautismo haciendo un milagro que elimine, junto con el hambre, la pobreza de la propia condición corpórea. Otra tentación es la del poder, pero Jesús no trata de someter, sino de estar sometido a Dios con un amor exclusivo. Finalmente, la tentación del éxito, donde Jesús nos manifiesta su total abandono a la disposición del Padre.
Jesús ha experimentado la debilidad humana que tan fácilmente doblega la voluntad y ofusca nuestra capacidad de discernimiento. Pero precisamente en su debilidad ha vencido al Maligno, en el desierto y en la cruz, indicándonos el camino de la victoria.
Como él, debemos retener la Palabra de Dios en el corazón, convirtiéndola en norma de nuestra vida, en lámpara de nuestros pasos.
Hna. Clara Sanchidrian