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  • Foto del escritorEsclavas Carmelitas

Domingo XXIII del Tiempo Ordinario, 8 de Septiembre

En este domingo, el Señor nos hace una invitación a seguirle, pero no una invitación a cualquier precio, sino una que es radical: Dejarlo todo, cargar con la cruz y seguirle.

Jesús nos pone a prueba, al mismo tiempo que nos hace pensar en la propia libertad, ya que, si no somos capaces de desprendernos de las cosas y las personas, no somos libres para tomar decisiones importantes en la vida.

Al mismo tiempo, al “cargar con la cruz”, nos invita a también a reflexionar sobre aquellas cruces que tenemos y que, a veces, no somos capaces de reconocer o queremos ocultar: nuestras propias debilidades, limitaciones…

Quien quiere seguir al Señor de una manera especial y libre, debe renunciar a muchas cosas, pero no debe quedarse en lo que deja atrás, en aquello a lo que renuncia, sino que debe valorar aquello que recibe, que siempre es mejor que lo que se deja; y vaciar su corazón de todo aquello que le impida ser libre y que pueda obstaculizar que su corazón pertenezca plenamente a Dios, porque el amor verdadero siempre lo da todo y se vacía de todo para recibirlo todo.




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