Sin duda hoy la Palabra de Dios nos invita a conquistar la vida eterna a la que hemos sido llamados. Se dice pronto...LA VIDA ETERNA.
En el devenir del día a día muchas veces perdemos el horizonte de para quién y para qué hemos sido creados. Hemos sido creados para Dios, con una misión final: alcanzar la Vida Eterna. ¿Cómo podemos hacerlo? Luchando por ser santos en cada uno de nuestros actos y gestos con los demás.
Nuestra vida terrenal es finita e inmensamente inferior en tiempo y espacio a nuestra vida celestial junto al Padre....pero el día a día y la falta de fe nos hace perder esa visión. Porque somos limitados, porque nuestra fe muchas veces flojea en este combate en el que estamos inmersos en nuestra vida cotidiana. En este combate Jesús nos invita a practicar la justicia, el amor, la paciencia y la delicadeza...cuatro virtudes básicas que deben sostener nuestra vida y nuestra fe. ¿Os imagináis un mundo lleno de todas estas virtudes? Sería mucho más fácil vivir en él, ¿verdad? Pongamos nuestro granito de arena que ya sabemos la receta …hoy Jesús nos la recuerda.
Cuando una persona muy cercana a nosotros (familiar, amigo...) fallece o vivimos en primera persona la fragilidad de nuestro cuerpo carnal ante una enfermedad grave, las preocupaciones de nuestra vida cambian porque nuestra perspectiva se hace más amplia, aquello que nos roba la paz en el día a día se hace más pequeño, menos importante…porque hemos sido creados con un Amor infinito que no acaba en nuestra realidad presente sino que estamos invitados a hacer los deberes para llegar al Cielo, a ese Cielo eterno tan anhelado por todos.
Ojalá sepamos descubrir a todos los profetas, y señales que Dios pone en nuestro camino como esta Palabra suya que día a día nos regala.
Beatriz Bodoque, Cuenca
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