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Foto del escritorEsclavas Carmelitas

Domingo Cuarto de Adviento, 19 de Diciembre

María es la puerta por la que Cristo entró al mundo; por eso la liturgia de hoy en el último Domingo de Adviento nos dirige la mirada hacia ese misterio de la Virgen Madre.

La Virgen Madre es la puerta por la cual Jesús entra pero a la vez Ella abre la puerta a Cristo. ¿Por qué tipo de puerta entra Cristo? ¿Cuáles son las grandezas de María que hacen que Jesús se encarne en Ella? ¿Qué aprendemos de María para la inminente celebración de la Navidad?


-Jesús entra por la fe de María: Ella es la mujer profunda de fe que pone su vida a disposición de Dios (“María se levantó y se puso en camino”). Cuántas veces no nos agobiamos por el mañana, o viviendo incluso de una forma rápida y precipitada. Cristo puede entrar en la vida de una persona cuando hay una confianza, una certeza, un fiarse de Dios, y no vivir desde la sospecha o la autosuficiencia que te aísla de Dios y del hermano.


-Jesús entra por la sencillez de María: Ella hace posible el milagro de un Dios que se mete dentro de nuestro tiempo, de nuestro espacio; pero lo hace tan calladamente, tan a lo sencillo, que mucha gente pasó y pasa de largo ante este gran misterio. Y es que el camino que Dios trazó en María, y quiere trazar en su Iglesia y cada uno de nosotros es el camino de lo sencillo (“se puso en camino hacia la montaña, en lo escondido”), de sacar el bien y disfrutar de las pequeñas y cotidianas realidades; no de grandes acontecimientos con corazones fríos y vacíos, sino más bien del encuentro personal en el silencio con cada uno de nosotros.


-Jesús entra por el servicio: María llevando a Jesús en su interior “se puso en camino de prisa hacia la montaña”, y así se pone en las coordenadas exactas para que el fruto de su vientre empiece su misión de salvar y servir; pues el servicio y la entrega al otro que nos enseña Cristo lo pone de manifiesto María al visitar a su prima Isabel; y nos anima e impulsa a vivir nuestra vida en clave de escucha y atención a los demás, pues Jesús sale al encuentro en cada persona y acontecimiento (Prefacio III Adviento).


David Salcedo Sola-Sacerdote diocesano



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