El Evangelio del Domingo de Ramos me sabe a gloria de hombres, a alegría de fachada, a manipulación de la persona. Como sabemos que después de este “ensalzamiento” del Domingo de Ramos viene una Semana de Pasión, este “Gloria al Hijo de David” me deja retrogusto amargo. Creo que esta sociedad sigue siendo como esa que jalea a Jesús, algunos sin conocerle, sólo porque pasaban por allí, otros porque pensaban que iba a arramblar con los poderosos, otros porque hacía milagros…en fin, cada uno con su interés. No quiero echar la culpa a la sociedad, como ente general, me echo la culpa a mí de mi incoherencia, de mis “falsas caras”, de buscar mi bien ante todo…Jesús tenía clara la meta y ancho el corazón. Sabía “que salía del Padre y al Padre volvía”. Sabía que esos que le alababan merecían su misericordia, y como no su salvación, porque todos somos hermanos y vamos hacia el mismo Destino.
Gracias Jesús por abrirnos las puertas del Cielo a pesar de nuestras incoherencias.
Ayúdanos a ver a los demás como los veías Tú. Como nos ves Tú.
Susana España, Cuenca
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