Domingo de Ramos, 23 de marzo
- Esclavas Carmelitas

- 23 mar 2024
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Actualizado: 27 ago
Habitantes de Jerusalén, ¿qué alborota la ciudad antes de las fiestas de la Pascua, tan cercana? ¿Por quién agitáis vuestras palmas? ¿Porque lo predijo Zacarías en una visión?
(¡Salta de gozo, Sión! ¡Alégrate, Jerusalén! Mira que viene tu rey, justo y triunfador, pobre y montado en un borrico, en un pollino de asna. Za. 9, 9) ¿Olvidas que antes de esa entrada ve en oráculo la aniquilación de todos los enemigos de Israel? ¿Olvidas el poder de nuestro Dios fuerte, dominador de toda la tierra? ¿Crees, quizá, que tu Dios es un Dios del amor, débil como una joven doncella?
Un borriquillo no es cabalgadura de rey, ni sus anfitriones podéis ser vosotros, una multitud que sólo sabe recibir a quien ha llenado sus estómagos y a quien ha curado a sus enfermos… ¿No esperáis al Mesías, con su gloria y su poder sobre Roma?
Cuidaos de ese, que mandó amar a los enemigos y devolver bien por mal… Perdonar setenta veces siete nunca ha sido buen camino para una revolución… Más bien parece otro profeta, un buen hombre con una buena doctrina. ¿No os interesa más ese Jesús cómodo, el que no exige caer en tierra y morir, amar hasta el extremo?
Aclamad con palmas al Jesús que caminó sobre las aguas, al que multiplicó los panes, curó a muchos y convirtió el agua en vino… Pero quien hoy entra en Jerusalén viene a dar la vida: su reino no es de este mundo, y no complace a este mundo, porque sus exigencias son extremas…
Habitantes de Jerusalén, ¿cuántos estaréis dispuestos a seguir al Hijo de David, que viene en el nombre del Señor durante, al menos, una semana? ¿Cuánto tardaréis en cambiar vuestras palmas por látigos, vuestras alabanzas por injurias, vuestro amor por odio?
Carlos y Susana
Cuenca








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