Jesús había declarado a sus discípulos lo que iba a sufrir en Jerusalén antes de morir. Los Apóstoles quedaron sobrecogidos y entristecidos por este anuncio. Jesús ahora muestra su gloria a los tres que serán testigos de su agonía en el huerto de los Olivos, Pedro, Santiago y Juan.
Igual que eligió a estos tres discípulos, hoy nos elige a nosotros para subir con él y acompañarle a orar y nos muestra su gloria. Podemos poner excusas y rechazar su invitación. Depende de nosotros querer estar con él.
La voz del Padre dice: "este es mi Hijo, el amado; escuchadlo. La Cuaresma puede ser un buen momento para escuchar a Jesús y para rezar más. Él quiere estar con nosotros, ¡qué encontremos ratos a lo largo del día para estar con Él!
Pedro exclama: Señor, ¡bueno es permanecer aquí! Hagamos tres tiendas...
“No sabía lo que decía”: porque lo bueno, lo que importa es estar siempre con Jesús, en cualquier parte, y verle detrás de las circunstancias en las que nos encontramos.
Después de ver la gloria del Señor, bajan del monte y siguen con el Maestro en la vida de cada día. Tenemos que aprender a descubrir al Señor detrás de lo ordinario y lo corriente. Nunca debemos olvidar que aquel Jesús con el que estuvieron en el monte Tabor es el mismo que está junto a nosotros cada día, ahora mismo. Esta Cuaresma será distinta si nos esforzamos por reconocer a Dios a nuestro lado en todas las circunstancias.
Charo Caballero Pérez
Chauchina (Granada)
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