Hoy vemos como Jesús predica con fuerza, con energía, con alegría y ganas. El Espíritu es una constante durante el evangelio. Es el Espíritu el que le impulsa a salir a predicar, es el Espíritu el que le da fuerza. Crecía su fama y la gente alababa sus enseñanzas. Pienso en tantas veces en las que dudamos de nuestro valor, de nuestros dones, tenemos miedo o verguenza de enseñar y mostrar lo que llevamos dentro. Quizá necesitamos ese impulso del Espíritu para como Jesús salir y contar la buena nueva, impregnando a cada persona con la que nos encontremos de esa alegría que nace del corazón y de la fe compartida.
María Gómez
Almonacid del Marquesado
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