Hermanos/as: ¡¡¡Cristo resucitó!!!
¡¡¡Es nuestro momento!!!! El momento para celebrar con alegría que nuestra vida también puede cambiar como le pasó a Pedro.
Cuando celebramos algún acontecimiento de nuestro día a día, nuestro corazón adopta una apertura donde renacen expresiones y signos de amor. Y tanto es así, que penetra en lo más profundo de nuestro ser y hasta, sin darnos cuenta, rebosamos de alegría…
Yo me pregunto: ¿Qué no tuvo que sentir Pedro guiado por esa fuerza interior marcada sencillamente por el Espíritu ante tal acontecimiento? Pedro, como yo, en momentos de su vida no fue capaz de estar al lado de nuestro Padre Jesús. ¡¡Lo paraliza el miedo!! De la misma manera que en determinados momentos y circunstancias, me pasa a mí en mi vida. El gran salto, el paso que dio Pedro y que dirigió su vida hacia su salvación y evangelización fue dejarse llevar confiando y abriendo poco a poco su corazón ante la gracia del Espíritu y las injusticias mundanas. ¡¡¡Así con valentía evangelizó!!!
¡¡¡Hermanos/as!!! Y qué humildad, la de nuestro Señor. Se podía haber comparado con y como alguien muy importante; y sin embargo elige a un pastor. Sin hacer alarde de su naturaleza divina, elige un trabajo muy sacrificado, el de pastor. Sin casa, con los bártulos de acá para allá, buscando siempre pastos para que comieran sus ovejas (nosotros), sufriendo las inclemencias del tiempo y con el temor de intentar no perder a ninguna por el camino.
¡¡¡Sí!!! Jesucristo es pastor y guía de nuestro sustento espiritual, tan fundamental como la comida del día a día. Su Palabra es nuestro alimento, que nutre el alma, que nos hace crecer y ponernos en marcha para madurar en la fe, esperanza y caridad. Nuestro Padre… ¡¡¡Hermanos: nuestro Padre!!!
Él sufre también el rechazo, la incomprensión y el desprecio de muchos de sus “ovejas·. Pero las cuida y se preocupa de enseñarles, con la experiencia de su vida, el camino en el que no existe riesgo de perderse.
Y otra cosa, Hermanos/as... No perdamos nunca de vista al lobo (al diablillo) y que siempre está rondándonos para entrar en nosotros, hundirnos y separarnos del Señor.
Jesucristo, no sólo se define como pastor sino como “El Buen Pastor”. Aquél que da su vida voluntariamente y en libertad ofreciendo el mayor sacrificio de vida para que tú y yo, hermanos/as; vivamos en salvación y compartiendo en su día a día lo que Él recibió de Dios mismo. Además no sólo se preocupa de nosotros sino que busca a las ovejas que no son de su redil, porque no quiere que nadie se quede fuera de su vivencia. ¡¡¡Y esa es su gran generosidad!!! Y sobre todo, con una connotación muy especial. Y es, que Jesucristo no excluye a nadie. ¡¡¡Hermanos/as!!! Vivamos siendo conscientes, que cada persona que se cruza en nuestro camino, siempre aporta algo en a nuestra vida para nuestra salvación.
Y me sigo preguntando: ¿Qué pastor se preocupa tanto por unas ovejas no son suyas? ¿Quién de nosotros, se molestaría en llamarlas una y otra vez hasta que escucharan y sintieran esa voz llena de un espíritu que recorre un camino duro, pero resucitado? (y con ovejas pienso en personas que no han caminado nunca por este camino).
Para nuestro Padre Jesús siempre hay un sitio para uno más, porque su cerco es el amor y lo que le rodea es misericordia. Dios, nos envió a un Pastor. Y no a cualquiera, sino a su propio Hijo. Y me sigo preguntando, ¿Qué no sentirá por nosotros? ¡¡¡Es que esto es muy fuerte!! Es amor en su pura esencia, cercano, sincero, milagroso… puesto a nuestra disposición.
Así que sólo decirte: ¡¡GRACIAS POR CUIDARME, PAPÁ!!
Menchu, Andújar
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