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Domingo IV del T.O. 28 de enero

Actualizado: 30 ene 2024

Todos aquellos que oían a Jesús se admiraban de lo que veían y la autoridad con la que hablaba.

Yo que estoy acostumbrado a leer el Evangelio, a hacer oración ¿siento esa admiración si da en mí? Hoy y siempre Jesús nos habla con autoridad capaz de echar de nosotros todos los demonios e incluso nuestro pecado. Por eso necesito no solo oír, no solo escuchar, sino hacer vida la palabra de Dios que sea ella la autoridad de mi vida, es decir la brújula que me orienta y da sentido.

Al final la fe se convierte en algo tan sencillo como encuentro con Dios, un Dios que viene a hacer nuevas todas las casas, que viene a hacer lo imposible como posible, solo tengo que dejarme encontrar por Él, ¡sorprenderme! Porque Dios me quiere. ¡sorprenderme! Porque me quiere en mi ahora en lo que estoy viviendo. ¡sorprenderme! Por ese encuentro que Dios quiere tener contigo.

Pero es cierto que con la admiración que sentimos ante el Señor, se puede mezclar también un sentimiento de suficiencia, de tal manera que lleguemos a pensar tal como san Agustín decía en las propias confesiones: «Señor, hazme casto, pero todavía no». Y es que la tentación es la de dejar para más tarde la propia conversión, porque ahora no encaja con los propios planes personales. ¡Déjate sorprender! Y di si al Señor en tu ahora.

La llamada al seguimiento radical de Jesucristo, es para el aquí y ahora, para hacer posible su Reino, que se abre paso con dificultad entre nosotros. Él conoce nuestra tibieza, sabe que muchas veces no apostamos en todo por la opción del Evangelio, sino que queremos, ir tirando, ir viviendo, sin estridencias y sin prisa.

El mal no puede convivir con el bien. La vida santa no permite el pecado. «Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro»

Por eso Hoy: ¡déjate sorprender y acepta su autoridad en tu vida!


Conchi Villa

Madrid




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