Domingo V de Pascua, 18 de mayo

“Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en él.”

Imagino las caras de los apóstoles ante estas palabras de Jesús, caras de perplejidad, de no entender…¿Por fin nuestro maestro tendrá la gloria que merece?, ¿los que le persiguen reconocerán quien es?, ¿continuará la fiesta de ramos y palmas de la entrada en Jerusalén?...

Muy lejos de esos pensamientos, su gloria llegaría después de un camino que comienza con una traición y termina en una cruz. 

Cuántas veces intentamos glorificar a Dios con nuestra vida cómoda, llena de reconocimientos y, sin embargo, sus enseñanzas van por otras lindes.

Cuando uno está al final de su vida, dice lo que considera más importante, y para Jesús es el amor, siempre lo ha sido, pero ahora se lo deja más claro: “En esto conocerán que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros”. Aunque os calumnien, aunque os persigan.

Y nosotros somos capaces de amar poque Él nos ama primero, y es por su amor que podemos darlo a los demás.

Bea Gil Garcia

Segovia