El evangelio que la Iglesia nos propone para el día de hoy gira en torno a dos quicios íntimamente relacionados: el amor a Cristo (manifestado en el cumplimiento de sus mandamientos), y el envío del “Paráclito”. El mismo evangelio nos hace ver como una cosa y la otra se alimentan recíprocamente. Amamos a Cristo por el Espíritu que habita en nosotros, y ese amor a Cristo acrecienta la presencia del Espíritu en nosotros.
Lo primero que nos dice el evangelio es que el amor a Cristo se manifiesta en los mandamientos. Es curiosa esta afirmación del Señor en medio del mundo en el que vivimos actualmente. Si paseamos por nuestras calles y plazas nos encontramos con mucha gente religiosa, la gente en general cree en Dios, pero no se toma en serio esa misma fe, la fe no los interroga, no los empuja a una vida intensa unida a la de Cristo, se conforman con su mediocridad mundana, como repite siempre el Papa Francisco. Sin embargo, esa mediocridad no es amar a Cristo, porque ese amor necesita manifestarse con obras, con los mandamientos.
Pero amar a Cristo tampoco es estar obsesionados con cumplir una serie de leyes y normas. No es una condición del amor; los mandamientos son consecuencia del Amor a Cristo. No se trata de vivir empeñados en cumplir la ley, se trata de vivir empeñados en estar unidos a Cristo, y como consecuencia vivo los mandamientos, “se me cae” el amor a Cristo y a los hermanos, sale de mí cumplir los mandamientos, sale sólo.
El otro centro del evangelio es el envío del Espíritu Santo, el “Paráclito”, es decir, nuestro abogado defensor. Al mismo tiempo que señala la importancia de los mandamientos, insiste también en que nos quiere mandar un abogado ante el Padre que habite dentro de nosotros. El Espíritu Santo es el amor de Dios en nosotros.
En definitiva, lo que nos invita el Señor es a dejarle actuar en nosotros para que nos suscite el amor a él y poder entrar dentro de esa relación de amor en Dios. Cristo está en el Padre, nosotros en Cristo, y, por el Espíritu Santo, en el amor de la Trinidad.
Jaime Garrido, pbr. Granada
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