Estamos inmersos en un tiempo de dificultades, donde aún vivimos de normas postpandemia. Hemos estado mucho tiempo viviendo obedeciendo a protocolos de seguridad ante la salud y hemos podido ver en estas normas, un “coartar la libertad” y no una ayuda o guía para protegernos ante una enfermedad que nos podía afectar o incluso quitarnos la vida. ¡Cuántas veces ha habido gente con la necesidad de saltárselas exponiéndose al peligro!
El evangelio de este domingo nos habla de una enfermedad mucho más grave: la enfermedad del alma, del espíritu. Nos habla de la enfermedad en sí de la persona con el propio pecado como distanciamiento del Señor o sublevación ante sus planes.
Podemos afirmar que el evangelio de hoy nos da unas indicaciones que Dios nos regala para vivir mejor. Algunas veces podemos percibirlas como dificultades o imposiciones de la Iglesia para amargarnos la vida. Pero los Mandamientos son un camino para vivir no para renunciar a “disfrutar”, son el camino y la guía para poder vivir plenamente. Nos encontramos ante los consejos de Dios para vivir de manera integrada la vida de fe, la vida de Dios, y no vivir disgregados por el pecado.
La propuesta evangélica de no matar, no vivir de los vicios de la impureza, el no criticar, no tener mala respuesta con el hermano…etc. Son los consejos que conllevan un sacrificio, pero que nos llevan a la felicidad plena, que nos llevan aquí y ahora a vivir una vida en plenitud.
David Salcedo, Pbro. Granada
