top of page

Domingo VI del T.O., 16 de febrero

  • Foto del escritor: Esclavas Carmelitas
    Esclavas Carmelitas
  • 15 feb
  • 1 Min. de lectura

Actualizado: 22 feb

En este domingo, Jesús baja del monte hacia una llanura. Baja también a la llanura de nuestra vida, a nuestra realidad concreta.


Y es ahí cuando nos situamos como auténticos discípulos, sedientos de palabras de vida eterna donde podemos escuchar que es Él el único capaz de hacer un hueco a quien no tiene sitio en la sociedad. De animar al pobre que cree que su situación no mejorará. De saciar el hambre de eternidad que todo ser humano tiene. De consolar aquellas lágrimas que nadie más entiende. Es Jesús el que nos da una esperanza nueva, de un mundo, ya aquí, mejor que el actual. En definitiva, de ser bienaventurado porque Dios está con nosotros.


Pero también, cómo buen Maestro, se preocupa de “los que ya se lo saben todo”. Aquí también entramos nosotros, cuando vivimos como si ya no esperáramos más de la vida, cuando nos creemos saciados de todo o pensamos que la opinión de los demás nos define. Pobres de nosotros, porque nos hemos convertido en nuestro propio Dios.

Dejemos que el Señor nos toque con su Palabra, que nos consuelo o que nos aliente a seguirle de un más pleno y libre. Dejemos que Jesús sea verdaderamente el Señor de nuestra vida.


Juanjo Rodríguez

Diácono, Ávila

 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page