En el Evangelio de hoy, seguimos escuchando el discurso del Pan de Vida que nos relata el apóstol San Juan. Dice el Señor, explícitamente que “nadie puede ir hacia Mí si no lo atrae mi Padre”, y después “todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a Mí”.
¿Cómo podemos entender esto? Pues naturalmente, significa que Dios, como quiere que todos nos salvemos, pone en cada uno de nosotros esa semilla de atracción, esa inclinación que nos lleva a buscar a Cristo. Puede parecer algo irreal especialmente en los días que vivimos, pero si escarbamos un poco en nuestro interior, fácilmente nos daremos cuenta de que todos tenemos hambre de algo más, porque vemos que el mundo y sus propuestas no nos sacian. Ahí ya está el Padre suscitando en nosotros el camino que lleva hasta su Hijo. Porque es un hecho que esta hambre, esta sed que tenemos no la podemos saciar con cualquier cosa, sino que sólo la podemos saciar con Aquel que es el verdadero Pan de Vida que ha bajado del cielo.
Por tanto, que esta Palabra que el Señor nos dirige hoy, nos ayude a buscar el alimento de nuestro espíritu sólo en Él, y que desterremos de nuestra vida todo aquello que nos distrae o que nos lleve a buscar en sitios equivocados.
Alvaro Marín Molinera, sacerdote, Segovia
Comments