Hoy, Jesús nos explica cómo actúa su Palabra en nosotros y en el desarrollo del Reino. Su Palabra tiene un gran potencial, pero precisa de un corazón capaz de acogerla y hacerla producir abundantemente. Muchas veces, choca con nuestras resistencias y el mal que está en nuestro interior. Pero al final, el proyecto de Dios llegará a plenitud.
Generalmente los hombres del campo valoran mucho su semilla y se cuidan de desperdiciarla. Elijen hábilmente la tierra fértil y apropiada donde la simiente pueda germinar y dar fruto abundante. Por eso llama la atención la actitud del sembrador de la parábola, que parece descuidado al regar su semilla a diestra y siniestra, sin considerar el tipo de tierra en el que esparce.
Sin embargo, quizás esta actitud nos pueda dar una pista de cómo actúa Dios entre nosotros. Él no hace acepción de personas… no busca a los más capaces para integrarlos en la construcción del Reino, sino que confía en que todos, con nuestras potencialidades y pequeñeces, podemos dar frutos de vida… cada uno según su capacidad. Y esto, incluso en contextos difíciles, como la semilla en terreno pedregoso o entre espinas… El Padre, en su infinito amor, no dejará de confiar nunca en lo que Él mismo ha puesto en nosotros: la fecundidad y la vida.
Como María, la Virgen del Carmen, sepamos acoger la Palabra en nuestros corazones, y dar fruto abundante.
Danilo Ayala, CITeS Avila
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