Domingo XV del T.O. 13 de julio
- Esclavas Carmelitas

- 9 jul
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 26 ago
Este domingo Jesús en persona nos cuenta una parábola sobre el verdadero amor fraterno. Todos somos hijos de Dios y por ello todos somos hermanos.
¿Cómo miro a mi prójimo?
Hay un hombre en el suelo. Parece herido. Podría ser un refugiado, un huérfano, un soldado... Nadie se detiene ante Él. Su soledad es grande. Se siente inseguro, abandonado. Nada parece tener sentido a su alrededor.
Pasan dos personas. Ninguna se detiene. Van replegados en sí mismos y solo miran lo que tienen que "hacer". Son incapaces de abrir sus sentidos y de mirar a su alrededor.
¿Cómo te has sentido cuando nadie se ha detenido junto a ti para intentar ayudarte?
¿Cómo miras a tus hermanos? ¿Empatizas con su momento vital?
Fíjate ahora en Jesús. Él mira al herido con los ojos del corazón, se conmueven sus entrañas, se com-padece. El Buen Samaritano, a diferencia de los otros dos, se acerca, se agacha, le venda con sumo cuidado sus heridas, le coge en sus brazos, pasa tiempo con Él y busca a personas que sean mediadoras en su sanación .
Jesús en este domingo nos invita a hacer lo mismo con cualquiera de nuestros hermanos.
Solo cuando hemos sentido el amor sanador de Dios en nuestro corazón, somos capaces de salir de nosotros mismos y aprendemos a mirar a los demás con verdadera misericordia.
Silvia Brouilhet
Ávila








Comentarios