La plenitud de la ley no está en el cumplimiento estricto de las acciones, sino en la intencionalidad del corazón. Es en esa línea que siempre se mueve Jesús y que deja de manifiesto en este texto del evangelio de Lucas.
Con ejemplos sencillos y prácticos Jesús nos invita a mirar en lo profundo de nuestro corazón, para que estemos atentos a lo que verdaderamente nos mueve a actuar en una u otra dirección. Las acciones externas de por sí no manifiestan la grandeza de los actos, sino la actitud interior de autenticidad y de entrega: de la humildad, de la simplicidad de corazón, no de la apariencia.
Y así nos invita a tomar los últimos puestos, no sólo en los banquetes sino en todo: no por una falsa humildad, sino por esa disposición interior de no creerse más o mejor que los otros. Pero eso es algo que debería nacer de lo profundo del corazón y no de la búsqueda de aparentar ser mejor o ser humilde. Una y otra actitud pueden falsear la verdadera intención.
Por eso, inmediatamente Jesús nos invita a hacer el bien por el bien y en toda situación; no sólo frente a quienes de seguro nos corresponderán, o con el agradecimiento y los elogios, o con una acción o regalo semejante; la prueba de autenticidad de nuestra generosidad se da cuando de seguro no recibiremos ningún tipo de recompensa. Ahí emerge la verdadera generosidad del corazón, que se entrega sin buscar nada a cambio, ni agradecimientos, ni compensaciones semejantes.
Algo que, sin duda, nos cuesta tanto, porque en la misma vida práctica nos lamentamos tantas veces cuando no nos agradecen algo que hemos dado o realizado. Es el momento de la verdad, de la confrontación con nuestro corazón; es el momento de preguntarnos con sinceridad: ¿por qué haces esto o lo otro?, ¿qué estás esperando a cambio?, ¿buscas reconocimiento, agradecimientos, visibilidad, o realmente te entregas incondicionalmente en lo que haces? Estas y otras preguntas semejantes deberíamos tenerlas siempre presentes. Nos ayudarían a conocernos mejor a nosotros mismos, y nos ayudarían a vivir centrados en los verdaderos valores y no en los pequeños intereses egoístas que nos pueden esclavizar.
Javier Sancho Fermín, CITeS Ávila
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