Sólo a partir del amor de Dios llegamos a amar al prójimo y a uno mismo. Existe un amor en Dios hacia cada uno de nosotros que nos motiva a corresponderlo. Ahí surge la duda de ¿Cómo podemos corresponder a todo este amor que me perdona, que me ayuda a crecer, que me consuela...? Jesús nos invita a confiar en el siempre y en todo momento. Sólo en esta entrega a Dios, podremos amar y amarnos.
Javi Sánchez, Ávila
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