El año litúrgico está llegando a su fin y este pasaje es reflejo de ello. El Evangelio de este domingo puede resultar un poco chocante y extraño al compararlo con otros pasajes en los que el amor y la misericordia de Dios son más patentes e incluso nos interpelan más. En este caso, las catástrofes y la destrucción son los signos con los que Jesús nos enseña.
Y esta enseñanza es un anuncio acerca del final: el templo será destruido, guerras, revoluciones…pero también nos dice que, ante todo, no hay que tener miedo y hay que estar vigilantes.
En el trasfondo, se puede hacer una lectura de una de las Bienaventuranzas: “Dichosos cuando os persigan, porque vuestro es el Reino de los Cielos”. Y eso es lo que nos quiere enseñar hoy Jesús: aunque haya adversidades, aunque intenten engañarnos los falsos profetas, si no nos dejamos llevar por el miedo o la inseguridad, si tenemos la esperanza firme en Él, si hacemos de nuestra vida un constante testimonio de confianza y fidelidad, entraremos en el Reino de Dios.
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