Lo que Dios busca en el sacrificio es la obediencia. Una es el medio y la otra el fin. La obediencia Dios la quiere por si misma; el sacrificio lo quiere solo indirectamente. [...] Por encima de todas las motivaciones bíblicas de la obediencia, incluso por encima de la fe, está la caridad. La obediencia es el si nupcial de la criatura a su Creador, en el que se realiza - ya desde ahora, aunque de manera imperfecta- la unión definitiva de las voluntades que constituye la esencia de la bienaventuranza eterna. " En la obediencia - decía un padre del desierto- se realiza la semejanza con Dios y no solo el ser imagen de Dios". Por el mero hecho de que existimos somos imagen de Dios; pero por el hecho de que obedecemos somos semejanza suya, en el sentido de que obedeciendo nos conformamos a su voluntad: nos convertimos, por libre elección, en lo que Él es por naturaleza. Somos semejantes a Dios porque queremos las mismas cosas que Dios quiere.
Raniero Cantalamessa
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