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NOVENA A LA SAGRADA FAMILIA, DÍA 3

  • Foto del escritor: Esclavas Carmelitas
    Esclavas Carmelitas
  • hace 12 minutos
  • 2 Min. de lectura

"BUSCANDO EN TODO MOMENTO LA VOLUNTAD DEL PADRE"


La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: «Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”». Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer. Y sin haberla conocido, ella dio a luz un hijo al que puso por nombre Jesús. (Mt 1, 18-25)


«Jesús, María y José constituyen para nosotras un auténtico modelo de obediencia filial, en búsqueda continua de la voluntad del Padre. Haremos de los Tres, compañeros inseparables de camino y maestros acabados de estas virtudes.» (cf. Directorio 107)


La Hna. Raquel Blázquez nos ayuda hoy a rezar:


El lazo que más unió a la Sagrada Familia fue la voluntad del Padre: para los Tres, se convierte en lo único necesario. Buscan, aman, quieren los planes del Padre; y se lanzan incluso ante lo imposible.


María y José, descalzándose ante el Misterio y con humildad, obedecen sin cuestionar. Juntos pronuncian su Fiat, pero cada uno el suyo. José lo hace en silencio y en la sombra; a él podemos acudir cuando se nos pide una obediencia callada, que quedará en lo escondido del corazón y sólo brillará para el Padre.


Su acogida y discernimiento nos enseñan que el plan de Dios es el que salva, aunque supere nuestros esquemas y precisamente por eso. De ellos aprendemos una actitud de continua búsqueda de la voluntad del Padre, para “discernir”, “separar”, nuestros planes de los Suyos y poder así ser instrumentos de Dios en la obra de la salvación.


Jesús, María y José, haced de nuestro hogar un nuevo Nazaret.



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