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Foto del escritorEsclavas Carmelitas

Segunda jornada

Segunda jornada. Del Tabor a la ciudad de Naím


Nos ponemos en presencia de los Peregrinos sagrados, José y María, que lleva en su seno a Jesús, y después de un momento de silencio, hacemos la siguiente oración:


Jesús, Verbo encarnado en las entrañas de María Santísima; el amor que me tienes te hizo bajar del cielo a la tierra hasta ponerte en un establo. ¡Cuánto siento haberte cerrado en la cara las puertas de mi corazón! Cada vez que he sido sordo a tus llamadas, cada vez que olvido que viniste a buscarme como a la oveja perdida con tanto trabajo para llevarme a tu gloria. Rompe los cerrojos de mi ingrato corazón. Si buscas pesebre donde reclinar la cabeza, pesebre es mi corazón; consume con el fuego de tu amor hasta las pajas de las imperfecciones, aparta de mí las bestias de mis culpas. Y ya que vienes a buscar a los pecadores, y yo soy el mayor de todos, confío en tu misericordia que me perdonará y confío en que me darás gracia para poder servirte y amarte hasta el final de mi vida. Amén.


Consideración para el día segundo

Esta es la segunda jornada, y fue a la ciudad de Naím, donde resucitará al hijo de la viuda. Contempla en esta jornada los trabajos de María, que experimenta la lluvia del cielo y el aire frío, y contempla a su esposo José, caminando a pie, limpiando los caminos pedregosos y sin descansar hasta llegar a la ciudad, animándote a ti a luchar contra la tentación sin descanso. A la llegada a la ciudad ambos reciben palabras ásperas y desabridas, ambos sentirían el desconsuelo al quedarse fuera de alguna pensión. Mira cuántas veces has dejado fuera al Señor con tu pecado. Abre en este día las puertas de tu corazón y oye lo que te dice el Niño: "Vengo a buscarte para llevarte a mi gloria, llamo a las puertas de tu corazón. Ábreme, pues no tengo dónde reclinar la cabeza".


Ave María.


Oración a María

María Inmaculada, Madre de Jesús, Arca de la alianza, con la mayor reverencia que tengo y puedo, humildemente adoro al Niño que llevas en tu seno. Te suplico por los trabajos que padeciste en esta segunda jornada, sin encontrar posada, llorando por la dureza de nuestros ingratos corazones, por el desprecio que hacemos al Niño, alcánzame un corazón que sea perpetua posada de Jesús, y concédeme llegar a cantar con los ángeles: "Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad. Amén.


Oración a José

José, santo Patriarca, consuelo de la Madre, que por tu suma pobreza no tuviste otro palacio para hospicio y descanso suyo en la ciudad de Naím; yo te suplico, por tu paciencia, sudor y vergüenza que padeciste, me alcances la gracia de que siguiendo los caminos que Cristo nos bajó a enseñar del cielo a la tierra, al fin de mi peregrinación llegue mi alma al Belén de la gloria. Amén.


Finalmente ofrecemos nuestro corazón como posada repitiendo: Jesús, José, María, os ofrezco por posada mi alma y mi corazón. En este día, puedes pedir el don de llorar por tus pecados, arrepintiéndote de haber dado mejor lugar en tu corazón al pecado y al demonio, en vez de a Dios. Aprovecha para confesarte si puedes.




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