Celebramos hoy la fiesta de un Rey muy especial. Un Rey, "peculiar", que ha querido ser tenido por un hambriento, por un sintecho, por alguien que sufre... No en vano, quiso nacer en un pesebre a las afueras de una aldea, predicar por las calles polvorientas con un solo par de sandalias y morir despojado de todo bien material y poder humano en un tosco madero.
Él reina en nuestras almas cada vez que le reconocemos en los pobres y necesitados y en el Pan partido y repartido.
Al final de los tiempos vendrá a juzgar nuestras actitudes aquí en el mundo. El examen será muy sencillo: ¿He sido bendición para los que el Señor ha puesto en mi camino? ¿He llorado con los que lloran o he partido mi pan con los que tenían hambre? Ha sido al Rey a quien se lo he hecho. El nos espera para llevarnos al abrazo de su Reino.
Susana San Julián, Cuenca
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